Eterna infancia


A cada segundo escucha el atronador sonido de las ametralladoras al disparar sin sentido a personas inocentes. Sus jóvenes ojos ven dolor y miseria allá donde miren. Llora sin parar. Aún sujeta por los brazos inertes de su padre, ensangrentado y tirado en el suelo, se pone de pie y anda a duras penas debido a su corta edad. Dos años en los que no ha visto más que torturas, dolor, llanto y sufrimiento. Sigue llorando mientras anda en busca de refugio en los brazos de su madre, que también yace muerta en el suelo. Los soldados pasan corriendo a su lado sin detener ni por un segundo la mirada en la triste niña, que cae al suelo al ser empujada por uno ellos. Por culpa de las lágrimas que recorren su cara, la tierra se le queda pegada. Ahora saborea una mezcla de sangre, tierra, dolor y lágrimas. Gatea hasta llegar al cuerpo de su madre. Se tiende encima de ella agarrándose a su brazo. Un niño mutilado al que solo le queda el brazo derecho, se arrastra por el suelo para llegar a ella. La niña llora aún con más fuerza al ver a su hermano mayor arrastrarse por la tierra dejando líneas de sangre a su paso. Un soldado que lo ve se acerca a él. El niño lo mira. La pequeña deja de llorar por un segundo. El soldado le dispara a tan solo unos pasos de su hermana. Después se acerca a la niña. “Tú sola no podrás sobrevivir” le dice. A los dos segundos le dispara. 

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